MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El acueducto, un proyecto de esperanza

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La reciente visita de Claudia Sheinbaum, presidenta de la República, a tierras tamaulipecas para realizar su primer informe de gobierno ha dejado muchas incógnitas que deberían resolverse o, mínimamente, cuestionarse qué se está haciendo para que estas se realicen.

Este proyecto es de gran importancia porque es una obra de gran magnitud, sobre todo para la capital del estado, y busca fortalecer el suministro de agua potable para más de 300 mil habitantes.

Es preciso en este momento considerar si realmente se están cumpliendo las promesas que se realizaron en campaña en años pasados, pero no sólo eso, también analizar la realización de los nuevos proyectos que se aplauden como si fueran nuevos y que, de nueva cuenta, se dan a conocer de viva voz de la presidenta.

Un ejemplo claro es la segunda línea del acueducto Guadalupe Victoria, una obra de 57.4 kilómetros de longitud que requiere la participación tripartita del gobierno municipal, estatal y federal, y que tiene como estimación poco más de 2 mil 62 millones de pesos, según el gobierno del estado y medios locales; obra que, desde hace algunos años, se ha levantado como bandera de lucha por varios partidos políticos, pero que, hasta la fecha, sigue sin concretarse.

Este proyecto es de gran importancia porque es una obra de gran magnitud, sobre todo para la capital del estado, y busca fortalecer el suministro de agua potable para más de 300 mil habitantes, sobre todo para las familias asentadas en la periferia de la urbe, que es donde más se sufre el problema.

Sin embargo, no hay que emocionarse con las nuevas propuestas, pues ya son varios años en que la promesa de solucionar el tema de la distribución del agua está en boca de todos, pero no se concreta con nadie. Sólo esperemos que este año o el siguiente sí sea una realidad notable en la entidad.

Además, hay que agregar que los avances significativos que se han realizado en obras concretas, en gran medida, no benefician de forma directa a los pobladores, pues es bien sabido que problemas como la vialidad, el transporte público, el agua, la vivienda, son temas no solucionados que aquejan a los tamaulipecos y de los que poco se habla en cuanto a su pronta solución.

Este año parecía que auguraba nuevas oportunidades de mejorar; que las promesas se cumplirían, como cada año que se realizan. “Prosperidad, salud, trabajo, amor, seguridad” son palabras que siguen sin cumplirse. Uno pensaría que se trata sólo de ambiciones individuales, sueños guajiros, pero es un hecho que cientos de personas, todos los años, tienen en su lista de deseos, al terminar y renovar un año más, estos propósitos de avanzar a la tierra prometida y mejorar sustancialmente su vida. Sin embargo, es un hecho que, cada vez, estos propósitos se alejan más y más.

La visita de la presidenta a tierras tamaulipecas nos dejó claro que hay intenciones de mejorar, o así lo mencionó en su discurso. El problema es que no se establecieron fechas concretas ni proyectos que puedan incluir a las familias que salen de sus casas todos los días, con la esperanza de poder llevar el sustento a su hogar, que trabajan más de las horas establecidas y que, en lo particular, no ven avances significativos en sus colonias, pueblos o ciudades.

Enfrentarse a la realidad es saber que todos los días se tienen que pagar cuentas; que la vida se ha vuelto cada vez más precaria y sólo alcanza para medio vivir, para medio comer; para ofrecer una educación deficiente a los niños y jóvenes, porque también el tema de la educación sigue sin resolverse. 

Apenas queda tiempo para medio divertirse en áreas de esparcimiento que no mejoran y que, al contrario, se han deteriorado a tal grado que a las autoridades no les interesa.

La delincuencia y la inseguridad son temas que tampoco han sido resueltos y que se han enraizado cada vez más entre la población como un mal que se propaga sin control, a tal grado de ya no representarse como un problema social; las drogas también hacen mella y se suman como un mal social que va de la mano y que, en cifras actuales, ya han rebasado el control de los propios padres en sus hogares.

Ante este panorama desolador, es indispensable hacer un llamado sobre todos los problemas que están sin resolverse y que competen, en gran medida, a los gobiernos en turno, pues su participación sí puede marcar la diferencia; siguen debiendo mucho a la ciudadanía que votó para que llegaran hasta donde hoy están. 

Es preciso, entonces, no bajar la guardia, denunciar las anomalías y las quejas ciudadanas constantes, no callarnos ante injusticias que debieran resolverse por medio de la intervención de los gobiernos; es necesario mantenernos alertas y no quitar el dedo del renglón en lo que prometen y cumplen nuestras autoridades.

 

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