MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

ENTREVISTA | Así se construyó la colonia Gerardo Pérez tras 26 años de lucha

image

Mi nombre es Rosa María Mena Sandoval; soy vecina de la colonia Gerardo Pérez, ubicada en el municipio de Emiliano Zapata, Morelos. Llevo 25 años viviendo aquí, y puedo decir que he conocido de cerca lo que significa luchar por una vida digna. Antes de llegar a esta colonia, yo vivía rentando en Cuernavaca. Era una vida muy inestable; los alquileres eran altos y, aunque uno trabajara duro, era muy difícil salir adelante.

“Todo parecía imposible al principio, pero con esfuerzo colectivo y organización logramos construir una colonia con servicios, escuelas y una vida más digna para nuestras familias”.

Fue entonces cuando escuché hablar del proyecto del Movimiento Antorchista, que estaba impulsando la creación de una nueva colonia. En ese entonces la zona no tenía absolutamente nada: ni agua potable, ni luz eléctrica, ni calles pavimentadas. Aun así decidí dar el paso, impulsada por la necesidad de tener una casa propia y dejar de vivir en la incertidumbre del alquiler.

Desde entonces, junto con muchas otras familias, me sumé a la lucha organizada. Participamos en reuniones, marchas, plantones y gestiones ante las autoridades. Poco a poco, con esfuerzo colectivo y el respaldo del Movimiento Antorchista, fuimos logrando avances fundamentales como la introducción de los servicios básicos.

Hoy, después de más de dos décadas, miro hacia atrás y me llena de orgullo ver lo que hemos construido.

¿Cuáles eran las condiciones de vida en la colonia Gerardo Pérez cuando ustedes llegaron o comenzaron a organizarse?

Cuando llegué a la colonia, lo primero que noté fue el abandono total por parte de las autoridades. No había calles, ni postes de luz, ni drenaje. Las casas eran muy precarias, muchas hechas de láminas, madera y cartón. Era lo único que se podía construir con los pocos recursos que teníamos, pero el deseo de tener un terreno propio nos daba la fuerza para seguir adelante.

Teníamos que caminar largas distancias para conseguir agua, pues no había red hidráulica. En tiempo de lluvias los caminos eran intransitables; todo se inundaba y era casi imposible conseguir transporte público. 

Teníamos que caminar mínimo 30 o 40 minutos para llegar a una avenida principal. Además, no había escuelas cercanas ni centros de salud, lo que hacía muy difícil la vida diaria, especialmente para quienes teníamos hijos pequeños.

Sin embargo, a pesar de todas esas carencias, el deseo de vivir con dignidad nos impulsó a organizarnos. Sabíamos que solos no podríamos lograr mucho, pero si nos uníamos podríamos ir presionando a las autoridades para que nos atendieran. Así comenzamos a movilizarnos, a tocar puertas, a levantar la voz.

¿Qué significa para ustedes cumplir 26 años de lucha como colonia?

Cumplir 26 años no es cualquier cosa. Son más de dos décadas de esfuerzo colectivo, de resistir adversidades, de trabajar hombro con hombro con nuestros vecinos para mejorar nuestras condiciones de vida. Para mí y para muchas familias que hemos estado desde el principio, este aniversario representa no sólo el paso del tiempo, sino la prueba de que la organización da frutos.

Ver cómo ha crecido la colonia, cómo nuestros hijos y nietos pueden disfrutar de servicios que antes parecían imposibles, es algo que no tiene precio. Hoy tenemos alumbrado público, agua potable, calles pavimentadas, escuelas… cosas que en un inicio nos dijeron que nunca lograríamos.

Por eso este aniversario también es un recordatorio de que la lucha debe continuar. Todavía hay muchas cosas por mejorar, pero lo más importante es que tenemos la experiencia, la voluntad y la organización para seguir avanzando.

¿Cómo fue el proceso de gestionar servicios básicos como agua, luz, drenaje o pavimentación?

Fue un proceso largo, cansado y lleno de obstáculos. Al principio nos cerraban las puertas en todos lados. Cuando íbamos al municipio o al estado nos decían que no había presupuesto, que nuestra colonia no estaba reconocida, que no se podía. Pero no nos rendimos. 

Organizamos comisiones, redactamos oficios, hicimos plantones y protestas frente al palacio municipal. Muchas veces nos enfrentamos a amenazas, a burlas, a indiferencia.

Recuerdo que pasaron tres años antes de que se colocaran los primeros postes de luz. Y eso fue solo porque insistimos e insistimos. Lo mismo pasó con el agua: tuvimos que cargarla de otros lugares durante años.

Lo poco que teníamos lo compartíamos entre vecinos. Después, gracias a la gestión constante, logramos que se instalara la red de agua potable.

También nos dolía que nos llamaran la colonia cartón, como si no tuviéramos derecho a una vida digna. Pero eso no nos detuvo. Luchamos por tener escuelas, y hoy tenemos un preescolar, una primaria y una preparatoria. Hemos demostrado que sí se puede transformar una colonia si se lucha con organización y constancia.

¿Qué papel ha jugado el Movimiento Antorchista en el desarrollo y mejora de la colonia?

El papel del Movimiento Antorchista ha sido fundamental. Desde el primer momento nos ofrecieron orientación, respaldo y dirección. Sin ellos muchos de los logros que tenemos hoy simplemente no hubieran sido posibles. Los activistas siempre estuvieron con nosotros, ayudándonos a coordinar las gestiones, acompañándonos en los trámites y dándonos el valor para no rendirnos aun cuando la situación era difícil.

El Movimiento nos enseñó que los pobres también tenemos derechos y que la única forma de hacerlos valer es luchando unidos. No sólo se trató de obtener servicios, sino también de concientizarnos, de educarnos políticamente, de entender que el gobierno no nos regala nada, que todo lo que conseguimos es producto de nuestra organización.

¿Cómo ha cambiado la vida de las familias en estos 26 años de lucha?

Ha cambiado muchísimo. Antes vivíamos entre el lodo, con casas muy precarias, sin acceso a servicios básicos, expuestos a enfermedades, con nuestros hijos caminando largas distancias para estudiar. Hoy nuestras familias viven en condiciones mucho más dignas. Tenemos energía eléctrica, agua potable, drenaje, transporte más cercano y escuelas donde nuestros hijos pueden formarse.

Además, se ha fortalecido el tejido social. Ahora nos conocemos, nos apoyamos, nos organizamos. La vida en comunidad se ha hecho más fuerte gracias a la lucha. Lo que más me alegra es que nuestros nietos ya no tendrán que vivir como nos tocó vivir a nosotros. Van a crecer en un entorno mejor, y eso es gracias a todo lo que hemos logrado como colonia organizada.

Desde su experiencia, ¿por qué es fundamental que las comunidades se unan y se organicen?

Porque solos no llegamos lejos. Las autoridades sólo escuchan cuando hay presión organizada. La unidad de la gente es la clave para lograr cualquier avance. Cuando nos organizamos, cuando nos capacitamos, cuando actuamos colectivamente, podemos hacer que las cosas cambien.

Yo le diría a otras colonias y comunidades que aún no se organizan que no pierdan más tiempo. Que no esperen a que alguien venga a resolverles sus problemas, porque eso no va a pasar.

Nosotros lo vivimos en carne propia: sólo a través del trabajo conjunto y de la guía del Movimiento Antorchista pudimos avanzar. Antorcha ha luchado durante más de 30 años por los pobres, por los olvidados, por los que no tienen nada. Y lo ha hecho con resultados. Por eso los invito a que se sumen, que se organicen y que luchen, porque unidos podemos lograr grandes cosas.

0 Comentarios:

Dejar un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados *

TRABAJOS ESPECIALES

Ver más