En Oaxaca, como en la mayoría de los estados de México, la oferta de espacios artísticos y, en particular, de teatro con acceso gratuito o accesible es lamentablemente escasa. Esta realidad priva a una gran parte de la población, me incluyo, de la oportunidad de disfrutar de la riqueza y el impacto de las grandes obras escénicas. Lejos de ser un detalle menor, este limitado acceso es un reflejo palpable de la profunda desigualdad económica que impera en nuestro país.
El teatro, desde sus orígenes en las grandes fiestas populares y ceremonias religiosas de la antigüedad, ha sido fundamentalmente una expresión del pueblo.
Cuando la mayoría de los mexicanos lucha con salarios insuficientes para cubrir sus necesidades básicas, las actividades recreativas y culturales se relegan inmediatamente. Tomemos como ejemplo el majestuoso Teatro Macedonio Alcalá: las entradas para eventos selectos pueden rondar, mínimamente, los 800 pesos. Esta cantidad representa, para muchas familias, el sustento de varios días. En este contexto, la cultura, en lugar de ser un derecho universal, se convierte en un privilegio reservado para unos pocos.

El arte como eje transformador
Es precisamente en este panorama que organizaciones como el Movimiento Antorchista adquieren una relevancia crucial. Más allá de su labor de desarrollo comunitario, su proyecto de nación incluye el arte como un eje transformador de la sociedad. Es por ello que el anuncio de la celebración del XXIV Encuentro Nacional de Teatro de Antorcha es el motor de estas líneas y una celebración de nuestro compromiso con la cultura popular.
El teatro, desde sus orígenes en las grandes fiestas populares y ceremonias religiosas de la antigüedad, ha sido fundamentalmente una expresión del pueblo. Es un arte que nace de sus entrañas, cargado de vitalidad y significado.

A diferencia de otras formas de entretenimiento, en el teatro el espectador establece una conexión inmediata con el actor, observando cómo este utiliza el gesto, la voz y el movimiento para encarnar ideas sublimes y superiores. Esta comunión es intrínsecamente educativa: el espectador que capta el mensaje se forma, crece en sensibilidad y se convierte en una mejor persona.
Esta es la inmensa capacidad transformadora del arte. Nuestra organización promueve y patrocina estas actividades no con fines de lucro ni para exhibición superficial, sino con la convicción profunda de que el arte es una herramienta indispensable para elevar la conciencia y educar al pueblo de México. Apostar por el arte accesible es apostar por un país más justo e igualitario.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario