MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El Infonavit, bajo fuego

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Se está anunciando en los diferentes medios de comunicación la construcción de nuevas viviendas en varios estados de México. Pero el Infonavit se encuentra en estos momentos en el ojo del huracán. Está en problemas porque existe cerca de un millón de casas abandonadas.

Este programa no es de ahora: desde 1972, cuando se fundó, empezó a funcionar construyendo casas “palomeras” en varias partes del país, “casas unifamiliares”. Todo parecía un éxito, pero muchas se construyeron sin servicios y en zonas alejadas, es decir, incomunicadas y a merced de la delincuencia.

Los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón promovieron desarrollos habitacionales con las características antes señaladas. Con el presidente Enrique Peña Nieto el programa continuó, solo que ahora en mejores condiciones.

En el sexenio de AMLO se promovió, según, la autoconstrucción, que resultó ser un fracaso. La cartera vencida alcanzó un 18.94 % en 2024, con 140 mil viviendas invadidas y 4 millones 150 mil créditos prácticamente impagables. Los principales responsables fueron la burocracia y la corrupción existente en grado exagerado en el gobierno de la 4T.

En la administración actual, según informes oficiales, hay 843 mil viviendas abandonadas, vandalizadas o invadidas. En la administración anterior, la morosidad pasó de 7.8 % en 2018 a más del 18 % en 2024.

El problema de la vivienda en nuestro país está cada día peor, digan lo que digan las autoridades. La cuestión de la vivienda no podrá resolverse si no hay una verdadera transformación de la sociedad. 

Porque la raíz del problema no es la falta de vivienda en sí, sino la explotación inherente al capitalismo. El problema está en que, bajo el sistema neoliberal, la ganancia es el motor principal, no el bienestar de los trabajadores.

En la 4T se reparten tarjetas que no alcanzan a resolver los problemas y necesidades de la gente, lo que aumenta la desigualdad y la explotación. La solución al problema de la vivienda no es simplemente construir casas, sino transformar las relaciones sociales de producción.

Se debe sacar la vivienda del mercado y garantizarla como un derecho, no sólo en el papel o en el discurso, como en el sexenio anterior. Pero el sistema actual no quiere solucionar el problema: lo que va implementando son sólo parches que reproducen de nuevo el problema, que vuelven al obrero más dependiente de sus patronos y que reproducen en ellos una mentalidad mezquina y estrecha del pequeño propietario.

La necesidad hizo nacer viviendas en lugares indignos para vivir, y es esa misma necesidad la que los hunde cada día más. Mientras exista el sistema neoliberal, las cosas seguirán así.

El gobierno de la 4T se ha fijado la meta de construir 100 mil viviendas de interés social durante este periodo, con un costo de 500 mil a 600 mil pesos, pero se está encontrando con el problema de la falta de tierra que tenga certeza jurídica, ubicación y los servicios necesarios.

Como suele ocurrir, la primera salida fue la donación de terrenos por parte de los estados y municipios. Pero la mayoría no son adecuados para el proyecto porque les faltan servicios y están lejos de las ciudades.

Otra salida fue recurrir a desarrolladores particulares. Además, algo que ha sido y sigue siendo muy criticado es la decisión de premiar a los invasores de casas del Infonavit legalizando las propiedades invadidas. A esta medida se han opuesto varias organizaciones, como la Coparmex, la Concamin y el Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior.

Conclusión: tenemos números rojos en general. El problema no es solo de vivienda. También hay problemas en la salud, la educación y la economía. 

Contamos con una autoridad inflada por los medios de comunicación y reprobada en todos los aspectos antes mencionados. Ante tanto humo a los ojos, la burocracia y la corrupción han vuelto casi imposible adquirir una vivienda. Pasó de ser un derecho humano fundamental a un privilegio inalcanzable para la gente pobre. 

El derecho humano a la vivienda pasó a ser una mercancía muy cara, inalcanzable para muchas familias. Si queremos que las cosas funcionen, debemos organizarnos en primer lugar y luchar por un país más justo, más rico, con trabajo para todos y con buenos salarios.

Pero para lograrlo es necesario educar al pueblo, porque es el único que puede transformar esta sociedad en una sociedad más justa, que beneficie en primer lugar a los que menos tienen.

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