MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Hablar de la pobreza es hablar por los pobres

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Entre los principales opinadores profesionales que atino a distinguir en los principales medios de circulación nacional, tanto escritos, televisivos, radiofónicos o digitales, distingo pocos, poquísimos en realidad, los que hayan, hasta ahora, dedicado su tiempo y espacio a tratar de esclarecer un poco, cuando menos un poco, qué es lo que realmente sucede con la pobreza en nuestro país. 

Como no creo que el problema pierda nunca actualidad e importancia para la vida nacional, sinceramente espero encontrarme un día en los medios de difusión, que el tema del origen y real combate de la pobreza, es ya una tendencia mediática que desborde incluso los límites nacionales. Para los momentos cruciales que vivimos ahora, pienso que no decir nada sobre el número real de pobres que habitan nuestra patria, teniendo la posibilidad de hacerlo, significa sin más, sumarse a aquellos que usan todo el poder que detentan para echar al olvido con un golpe de tecla, a los mexicanos más desamparados. 

Y como no quiero formar parte de los desmemoriados, paso entonces a dejar aquí mi humilde pero sincera aportación.

No obstante, el silencio mediático de la oficialidad y servidores afines, dos opiniones contrarias distingo en relación al número de mexicanos pobres, que deben ser conocidas por todos los que simpatizamos con la verdad. Veamos.

Por un lado, tenemos los datos del gobierno federal, que sostiene ciega e intencionadamente todo cuanto el INEGI le informa procurando darle gusto; según estos, el número de mexicanos pobres disminuyó en el país, pasando, de 59 millones 900 mil personas en 2018 a 38 millones 400 mil en 2024; lo que significan 13 millones 400 mil mexicanos que, según el gobierno, ya están a salvo de la tragedia de la pobreza. Ellos, entonces, ya nos son un pendiente de la administración federal.

Por el otro lado, tenemos las afirmaciones, enterradas mediáticamente por lo que se ve, del economista e investigador del Colegio de México (Colmex), Julio Boltvínik, que tan luego conoció las estadísticas sobre la pobreza, anunciadas por la presidenta de la República, enfático afirmó que éstas, “son más falsas que una moneda de dos pesos cincuenta centavos”.

Y, sintetizando las mediciones de la pobreza instrumentadas por la oficialidad desde que ésta se mide, dijo más: “Las mediciones de la pobreza que hacía el Coneval eran un cuento de hadas para niños. Y (con el INEGI hoy) ya dimos un paso hacia adelante, ahora son un cuento de hadas para niños tontos, porque ni los niños normales se tragan el cuento de hadas que nos quieren endilgar; es una mentira gigantesca” (buzos.com.mx). 

Para darnos una idea de la diferencia que hay entre lo que sostiene el gobierno federal, por un lado, y el investigador del Colmex, por el otro, debemos saber que, mientras INEGI afirma que en 2024 ya sólo son pobres el 29.6 por ciento de los mexicanos, es decir, 38 millones 500 mil personas; Boltvínik afirma que la pobreza afecta al 74% de la población total del país, o sea, a casi 100 millones de mexicanos, donde se incluye la pobreza extrema.

Para entender esta abismal diferencia que hay entre los datos oficiales y los del investigador, Boltvínik recomienda algo que resulta sumamente relevante: “Hay que distinguir la pobreza real de la pobreza medida por los humanos políticamente motivados”.

Sobre el método estadístico usado por la oficialidad que arroja un 29.6 por ciento de mexicanos pobres en 2024, el investigador dijo que lo que pasó, fue que INEGI, en sus visitas domiciliarias del censo realizado, hizo dos, tres y hasta cuatro visitas a los mismos encuestados con ingresos bajos, para lograr que declararan un aumento en sus ingresos (a esto se le llama cucharear los datos). Pero INEGI no registro el aumento en los gastos realizados por esos mismos encuestados; los ingresos, por tanto, resultaron mucho más altos que los gastos familiares.

Además, de los resultados de las encuestas del censo, INEGI catalogó y sumó como pobres, sólo a los encuestados que resultaron con bajos ingresos y al mismo tiempo estuvieran afectados por carencias sociales, o sea, falta de vivienda adecuada, falta de acceso a seguridad social y salud, falta de agua entubada y sistema de drenaje, o niveles educativos muy bajos. A los que tuvieron un mínimo superior de ingresos al límite por ellos establecido, y tenían carencias sociales, los catalogaron como “vulnerables por carencias sociales”; y en el caso contrario, como “vulnerables por ingresos”. En ambos casos, los “vulnerables” no fueron contabilizados como pobres.

En una entrevista para canal 6 se dijo que, Boltvínik denunció que los datos oficiales difundidos por el INEGI minimizan la pobreza; y, “Evidenció las grietas éticas de los indicadores oficiales de pobreza, explicó la forma en que se desarrolló este método y cómo los gobiernos de los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y Morena lo han utilizado para conservar el poder”.

Hasta aquí, ¿cómo saber, entonces, quien dice la verdad y quién miente sobre la verdadera situación de la pobreza en el país? A ciencia cierta no lo sabemos. Pero recordemos que la prueba última de verdad es siempre la realidad misma en que vivimos.

Dos hechos contundentes quiero mencionar aquí para la reflexión personal de quienes se interesen en el tema: 

El primero, es el casi absoluto silencio mediático que se ha tejido en derredor de las declaraciones difundidas de Julio Boltvínik. Si el gobierno federal no dice nada al respecto, a pesar de haber sido directamente señalado como mentiroso, podemos, entonces, atenernos al dicho popular aquel que dice: “el que calla otorga”. 

El segundo hecho es la tragedia social en que vivimos la mayoría de los mexicanos. Tocará entonces a todos, ahora, descubrir en nuestra vida diaria si el gobierno federal nos dice la verdad o nos miente. Si el gobierno dice la verdad, significa que pronto viviremos como las mejores familias de Estados Unidos, China o algunos países europeos. Pero si miente, quedará claro que el abandono social será mucho mayor en los días que vienen, y el verdadero bienestar social dependerá, únicamente ya, de la organización de los agraviados de siempre. Veremos.

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