Durante el ciclo 2023-2024, más de 450 mil jóvenes abandonaron el bachillerato en México y, en estados como Puebla, apenas la mitad de los egresados logra acceder a estudios universitarios
Estamos cerca de fechas muy importantes: las clausuras de fin de curso. Los niños y jóvenes terminan un ciclo escolar y, algunos, comenzarán uno nuevo. No todos lo pueden hacer, dado el contexto de pobreza en el que vivimos. Si en nuestro país existiera un mayor apoyo a la educación, habría menos deserción escolar.
En México, durante los años 2023-2024, más de 450 mil jóvenes abandonaron el bachillerato, según datos de la Universidad Iberoamericana durante el foro “La educación media superior en México siglo XXI”. En el estado de Puebla, más de 200 mil jóvenes egresan de los bachilleratos, pero un poco más de la mitad estudia una carrera universitaria.
Kevin, alumno de uno de los bachilleratos de Amozoc, es de los que egresan y terminan su bachillerato este año. Él comenta que al terminar el bachillerato no buscará estudiar:
“La verdad es que voy a trabajar; quiero tener dinero para empezar a hacer mis cosas. No me interesa seguir estudiando”.
En su salón hay 40 jóvenes, entre hombres y mujeres; sólo diez de ellos dicen que sí tienen intenciones de seguir estudiando y ya hasta realizaron su examen para la BUAP.
Santiago, compañero de Kevin, comenta que tampoco tiene intenciones de seguir estudiando. Él trabaja arreglando motos y hace mandados con su motocicleta en Amozoc; es decir, va a comprar cuando la gente no quiere caminar, y gana mil 200 pesos a la semana.
“Pues es mucho gasto si sigo con la escuela; además, siento que voy a terminar desertando de la universidad porque no tengo dinero. Con el apoyo de mis padres ya no cuento, porque ya tiene rato que yo me pago la escuela con lo poco que gano. Y la universidad es muy cara para mí. Mejor me pongo a trabajar, consigo un mejor empleo y voy mejorando cada día”.
Esto ocurre sólo en un bachillerato. Según datos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies), en el año 2023-2024 un poco más de 50 mil poblanos lograron titularse y obtener una carrera universitaria.
El año pasado, desde este mismo bachillerato, de un total de 55 alumnos sólo siete siguen estudiando. Y no es que la educación sea de mala calidad, sino que el apoyo por parte del gobierno es nulo, y también la educación que se da en México está orientada a formar mano de obra barata.
Datos de la Secretaría de Educación Pública indican que más del 80 % de los jóvenes prefiere trabajar que estudiar, por problemas económicos.
Además, el Inegi detalla que en el estado de Puebla hay más de 1 millón 706 mil 135 jóvenes de entre 15 y 29 años, y de esos más de 849 mil 432 tienen empleo. De los jóvenes que estudian y trabajan son más de 679 mil 500, pero desafortunadamente la gran mayoría de ellos recibe menos del salario mínimo, trabaja largas jornadas y no tiene prestaciones de ley.
Juan, quien dejó sus estudios, terminó el bachillerato y no quiso seguir con una carrera universitaria. Trabaja en una fábrica de pañales, donde los primeros dos años no tuvo prestaciones de ley y trabajaba más de trece horas diarias:
“Lo que pasa es que todavía tenía 17 años y logré meterme porque me ayudaron para que trabajara. Pero la verdad es que no tenía un trabajo estable. A pesar de que es una fábrica donde todos los demás trabajadores sí tenían prestaciones de ley, yo era muy joven y no sabía nada de nada; sólo me metí a trabajar. Pero pasó el tiempo y logré tener las prestaciones de ley y un horario de trabajo”.
Este es un caso donde se pudo lograr un cambio, pero hay muchos otros que tienen trabajos informales y se la pasan con un salario miserable. La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo da a conocer que más del 87 % de los jóvenes poblanos trabajan sin prestaciones de ley, seguridad social, vacaciones, aguinaldo ni contrato formal.
Jonathan trabaja en un lugar donde reparan celulares y equipo para protegerlos. Comenta que en varias ocasiones sale de trabajar hasta las 10 de la noche, ya que se queda a barrer y hacer el aseo. Entra a las 7 de la mañana, y aunque tiene un día de descanso, prefiere trabajarlo porque con lo que le pagan no le alcanza:
“La verdad es que me pagan mil 200 pesos a la semana, pero no me alcanza. Dejé la escuela para trabajar, pero como soy menor de edad y no tengo experiencia laboral, todos los días es lo mismo: entro a las 7 y salgo a las 10. Trabajo más que una jornada de ocho horas diarias y no tengo seguro social ni las cosas que marca la ley. Sólo el aguinaldo sí lo dan, pero es poco y no alcanza”.
Un cambio verdadero
En este sistema capitalista, donde lo único que importa es crear ganancia para los dueños de las grandes fábricas, lo único que les interesa es mejorar la forma de producción para crear más productos en menos tiempo. Una de esas es la destreza con que se realizan las cosas.
“En esta sociedad, y más en la cuestión educativa, sólo se ha demostrado que las escuelas están hechas para formar mano de obra barata, que de alguna forma solo sepan leer y hacer algunas de las operaciones matemáticas para que puedan vender su trabajo a las grandes empresas y de manera barata”, así dijo Adrián Cortez, maestro de un bachillerato.
Antorcha Magisterial se ha planteado una forma de romper con todo esto y ha propuesto un nuevo sistema educativo: “Formar al hombre nuevo”. En las escuelas antorchistas a los jóvenes se les enseña arte, deporte, se intenta dar clases de alta calidad y, sobre todo, se les enseña a los jóvenes a luchar para mejorar sus instalaciones educativas.
“Eso es lo que nosotros proponemos, y la verdad es que sí ha rendido frutos, pero pocos, ya que ir en contra del sistema está muy complicado. Para que todo esto mejore se necesita un cambio de raíz en el sistema social”, finalizó Adrián Cortez.
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