A los héroes de esta historia
nuestros cantos elevamos;
y, aunque tristes, hoy marchamos
con su muerte en la memoria,
se alzará con la victoria
para honrarles nuevamente,
una a una nuestra gente
empuñando su bandera,
y cercando a la quimera
con las huestes de la muerte.
Ha intentado el tiempo en vano
disipar todos sus gestos;
reducir a simples restos
la gran obra de sus manos,
más, aquí, entre sus hermanos,
sigue siendo fruto estivo,
de su esfuerzo colectivo
la simiente que ha brotado.
No nos han abandonado…
¡En Antorcha siguen vivos!
No se olvida aquel agosto
que sus ojos marchitó,
pues su sangre se vertió
para expiar un alto costo.
Y para el verdugo infausto
que blandió su infame daga…
¡Tornará esa suerte aciaga
cuando el pueblo se levante!
Cuando marche el pueblo avante
agobiado por las llagas.
¡Y ese pueblo atormentado
se convertirá en tormenta!
Porque el fuego que lo alienta
con su muerte se ha atizado.
¡Y ese pueblo hoy humillado
se convertirá en gigante!
Va marchando hacia adelante
por senderos hoy vedados,
hacia rumbos ensoñados,
hacia el futuro brillante.
Y aunque el asesino infame
haya eclipsado sus pupilas,
llegarán a nuestras filas,
por más sangre que derramen,
hombres y mujeres que amen
a los parias de la tierra.
La muerte no nos aterra.
No nos ahogamos en llantos.
Para los caídos, ¡cantos!
Para el enemigo, ¡guerra!
0 Comentarios:
Dejar un Comentario