Este 2025 se cumple el 80 aniversario de la Victoria en la Gran Guerra Patria, es decir, el triunfo del Ejército Rojo sobre el fascismo representado y capitaneado por Adolfo Hitler y Benito Mussolini. Sin duda, con la entrada triunfal del Ejército Rojo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) a Berlín, con el deceso de Hitler y sus séquitos, en el mes de mayo de 1945, fue derrotado uno de los males más sanguinarios y terribles de la historia contemporánea que intentaron combatir el marxismo-leninismo y a cualquier costo detener el desarrollo y propagación del socialismo.
El Ejército Rojo, bajo el mando de Stalin, logró detener el avance de la maquinaria de guerra nazi, y no sólo cambió el curso de la guerra, sino redefinió el equilibrio de poder en el mundo, dando paso a la Guerra Fría y a un nuevo orden internacional.
Antes de esta gran victoria, hubo intentos de apagar a la naciente república socialista surgida de la Revolución de Octubre de 1917, encabezada por Lenin y para consolidar este objetivo, los países imperialistas crearon las condiciones para el surgimiento del fascismo en el mundo; toda la guerra propagandista de los fascistas, desde su nacimiento en Europa estuvo encaminada contra el comunismo, exterminar de la faz de la tierra a los comunistas y la destrucción de la unión soviética.
El fascismo, fue el resultado más acabado del pensamiento del capitalismo burgués e imperialista, pues desde su aparición, Hitler se propuso eliminar a la URSS, exterminar a millones de pueblos enteros basados en el racismo, esclavizar a los humanos y conquistar más territorios, el mundo entero.
Ahora bien, la guerra se convirtió en la mayor tragedia en la historia; el gran papel histórico que jugó la unión soviética como vencedora sobre los fascistas le generó perjuicios inconcebibles.
El país perdió 26.6 millones de personas en la devastadora contienda y aproximadamente un tercio de su riqueza nacional, sin embargo, gracias a la valentía, coraje y hazaña del pueblo soviético logró eliminar a la mayor amenaza que había sufrido la humanidad asimismo, seis millones de judíos al menos, murieron víctimas de las políticas de exterminio racial de los alemanes nazis: fotos, documentos, videos y recuerdos de los sobrevivientes estremecen a cualquiera con un mínimo de sensibilidad humana.
La mayor cuota de sangre, la decisiva, como quedó claro líneas arriba, la puso el heroico pueblo soviético que perdió cerca de 27 millones, más la mitad de los caídos en toda la llamada Segunda Guerra Mundial, pero que para la memoria del pueblo ruso y los simpatizantes del socialismo ha quedado inmortalizada como la Gran Guerra Patria.
Después del triunfo, el ejército soviético liberó muchos pueblos: Polonia, Checoslovaquia y Austria. Incluyendo, por supuesto, a Ucrania, que en aquel entonces formaba parte de la URSS, este último, hoy día, alentado y subsidiado económicamente por países capitalistas, pretende revivir al nazismo y al fascismo, con tal de detener a los nuevos bloques que están haciendo frente al imperialismo pero Rusia sigue jugando un papel decisivo e histórico y está combatiendo este mal social, lucha por defender a la población de la zona oriental de Ucrania, masacrada por los ucronazis de Vladimir Zelensky, y por detener la política de control mundial y avasallamiento del imperialismo agrupado en la OTAN.
Sin duda alguna, la derrota definitiva de la Alemania nazi fue resultado de la operación de Berlín, llevada a cabo por las fuerzas de tres frentes del ejército soviético. La moral de las tropas que atacaban Berlín era extraordinariamente alta; los soldados soviéticos ardían en deseos de izar sobre la capital de los hitlerianos la bandera de la victoria. Y lo lograron, terminando así con la mayor amenaza que había sufrido la humanidad.
Todo lo dicho muy precipitadamente, es con la intención de recordarlo, puesto que hemos sufrido una férreo y rapaz campaña mediática de desinformación y trivialización de los hechos. Los poderosos medios de comunicación y propaganda norteamericanos nos presentan una realidad muy diferente, en la que los yanquis y sus aliados jugaron el papel decisivo en la derrota de los nazis, cuando el famoso “desembarco de junio de 1944” ocurrió cuando la guerra sufrió un quiebre con las victorias del ejército soviético en Moscú y, sobre todo, en Stalingrado, por lo que ya avanzaba a paso de vencedor hacia Berlín.
La victoria soviética en la Segunda Guerra Mundial no fue solo un triunfo militar, sino también un triunfo ideológico y político. El Ejército Rojo, bajo el mando de Stalin, logró detener el avance de la maquinaria de guerra nazi, que hasta entonces parecía imparable. Desde luego, este hecho no sólo cambió el curso de la guerra, sino que también redefinió el equilibrio de poder en el mundo, dando paso a la Guerra Fría y a un nuevo orden internacional.
La Segunda Guerra Mundial transformó el mundo, y la victoria soviética fue un punto de inflexión fundamental. Sin embargo, más allá de las conmemoraciones, es trascendental que la gente conozca y comprenda este capítulo de la historia, no sólo como un hecho aislado, sino como un evento que sigue influyendo en nuestra realidad.
A través de estas sencillas líneas, hago un merecido homenaje al pueblo que salvó a la humanidad de la barbarie fascista, y hago un llamado al pueblo mexicano para que nos resistamos a la política de avasallamiento cultural y de falsificación de la historia, a que recordemos que los grandes cambios en la sociedad, las grandes hazañas históricas, el verdadero progreso, siempre es producto de la acción popular organizada, porque sólo la unidad de los pueblo del mundo se podrá detener al fascismo moderno fundido como uno solo con el neoliberalismo ¡Viva el heroísmo de la URSS que puso fin a la maquinaria del fascismo!
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