La educación tiene una fractura que, con el tiempo, se hace más profunda y separa a los estudiantes del conocimiento. A lo largo de los años se ha denunciado que este sector necesita que se le ponga atención con el propósito de subsanar de raíz ese problema que no es solamente económico, sino que además es estructural.
El gobierno en turno sólo quiere seguir ganando adeptos, aun a costa de que, en unos años, nos quedemos sin profesionistas y sin técnicos calificados que saquen adelante al país del rezago donde se encuentra.
Es verdad que con asignaciones de presupuesto más altas se pueden realizar infraestructuras importantes, pero no es lo único que falta; los planes de estudio están obsoletos, no se capacita a los maestros y, como consecuencia, el rezago educativo y el bajo aprendizaje de los alumnos se convierten en el actor principal del fracaso educativo.
De acuerdo con los resultados de la última evaluación diagnóstica, aplicada por la extinta Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) al inicio del ciclo escolar 2024-2025, ocho de cada diez estudiantes que cursaron tercer año de secundaria presentaron deficiencias en el aprendizaje de los campos formativos de saberes y pensamiento científico, que integran las asignaturas matemáticas, ética, naturaleza y sociedades.
Carecer de conocimientos matemáticos es una limitante para desarrollar un pensamiento crítico y analítico no solo en las aulas, sino en la vida real, aunado a la capacidad de resolver problemas. Por otro lado, las ciencias sociales y naturales son necesarias para entender el comportamiento del medio ambiente en el que se desarrollan.
Ese es el gran problema que presenta la educación: no prepara a los niños ni a los jóvenes para enfrentar la realidad del mundo en el que viven: se limita a formarlos de manera que puedan utilizar las herramientas básicas en la industria y en el campo sin ofrecerles algo más.

No se desarrollan en tecnología, ciencia, ni tienen acceso a los grandes avances de otros países. Nuestros estudiantes siguen recibiendo la educación basada en planes de estudio que hace décadas se quedaron rezagados.
Aunado a esto, están los recortes a las instituciones que contribuyen al atraso, al estancamiento y al deterioro de un sistema educativo que, en su momento, cuando se requirió mano de obra calificada, fue excepcional; les crearon albergues con alimento, hospedaje, deporte y cultura incluidos. Todos estos proyectos han quedado en el pasado; al gobierno de la 4T no le interesa sacar adelante este sector tan importante.
No es ni ha sido su prioridad; ya quedó demostrado con este estudio que las tarjetas que se les entregan no impactan en su nivel de aprendizaje, porque, de ser así, en los siete años que llevan con esta política los resultados deberían de ser más favorecedores; sin embargo, no es así.
El gobierno en turno sólo quiere seguir ganando adeptos, aun a costa de que, en unos años, nos quedemos sin profesionistas y sin técnicos calificados que saquen adelante al país del rezago donde se encuentra.
Si la política respecto a la educación no cambia, en unos años no sólo estaremos reprobados en esas asignaturas, sino en todos los ámbitos de la vida. Los jóvenes carecerán de sentido crítico y serán incapaces de criticar a sus gobernantes y la vida que llevan; tendremos generaciones a las que se les convenza de que esa es la forma en que deben vivir y en la que deben crecer, desarrollarse y morir, sin tener el derecho a luchar por algo más.

No es casualidad que los resultados nos digan que estamos reprobados en la educación y no se enciendan las alarmas para cambiar esas condiciones; al contrario, los gobernantes callan, porque muy probablemente ese es el objetivo: alejar al pueblo del estudio, para que, dueños de todo lo que el país tiene, no haya quien se les oponga.
Como sociedad no podemos aceptar que se nos informe que nuestros niños asisten a clases y no aprenden, porque educarse es un derecho que el gobierno debe garantizar, y educarse no sólo consiste en asistir a la escuela, jugar y regresar a casa; deben aprender conocimientos que les sean útiles para la vida, para ser más despiertos y más críticos.
Es deber de todos alzar la voz ante este atropello en contra de una formación educativa deficiente que se les imparte a nuestros estudiantes.
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