En la llegada del Primero de Mayo, fecha en que se recuerda a los mártires de Chicago, Cananea y Río Blanco, no hay nada que festejar, después de que no se ha cumplido con erradicar la marginación y explotación de las y los trabajadores mexicanos, quienes subsisten de milagro, una vez que el gobierno de la cuarta transformación se ha encargado de mantener un poder adquisitivo desigual con incrementos constantes en los precios de productos de la canasta básica, servicios y energéticos, que prácticamente pulverizan los salarios de la clase obrera en este país.
Muy lejos, en los cajones del olvido, quedó esa lucha obrera por la libertad de los trabajadores de México, porque la explotación laboral persiste con una serie de abusos que cometen los patrones sobre sus empleados, con la persistente vulneración de sus derechos más elementales.
Mientras los líderes sindicales viven con lujos imposibles para cualquier trabajador, los obreros siguen atrapados en la pobreza, desprotegidos por organizaciones que deberían defenderlos pero que hoy parecen servir más a los intereses de los patrones.
Se pueden observar el pago de sueldos bajos que no corresponden con las labores del trabajador, las malas condiciones de trabajo o las jornadas largas y duras. En definitiva, se trata de todas aquellas prácticas que caen en el terreno del maltrato y la falta de respeto a la integridad del empleado.
De acuerdo con cifras del Inegi, el 26.1 % de la población ocupada en el país trabaja más de 48 horas a la semana. Esto equivale a jornadas que exceden los seis días, o bien en las cuales las personas laboran más de ocho horas diarias, lo que en cualquiera de los casos está mal y vulnera sus derechos y bienestar.
Eso se reconoce como “explotación laboral”, gracias a una reforma que recibió en junio la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas de estos Delitos.
En el artículo 21 de esta ley de trata de personas, se estipula que quien explote laboralmente a sus empleados se hará acreedor a una pena de tres a diez años de cárcel, más un pago de 5 mil a 50 mil días multa.
Sin embargo, además de las jornadas laborales en México que llegan a ser excesivas, hay más factores que en el terreno legislativo se consideran como explotación: la desproporción entre el trabajo realizado y el pago recibido, el salario por debajo del mínimo y laborar en condiciones peligrosas o insalubres.
De acuerdo con el reportaje del comunicador Isaías Chanona Hernández, la explotación laboral en México es una realidad que exige cambios inmediatos.
En pleno siglo XXI, la situación de los trabajadores mexicanos sigue siendo precaria y alarmante. A pesar del discurso oficial sobre el progreso económico, la realidad que enfrentan millones de obreros en nuestro país es de explotación y marginación.
Las grandes empresas, tanto nacionales como transnacionales, continúan aprovechándose de un sistema que permite la precarización laboral y salarios de miseria.
La situación de los obreros en México es crítica. Según datos del Inegi, en el cuarto trimestre de 2023, el 55.1 % de la población ocupada se encontraba en la informalidad laboral. Esto significa que más de la mitad de los trabajadores mexicanos carecen de prestaciones sociales, seguridad laboral y condiciones dignas de trabajo.
El salario mínimo en México, a pesar de los incrementos recientes, sigue siendo insuficiente para cubrir las necesidades básicas de una familia. En 2024, el salario mínimo diario es de 248.93 pesos en la mayor parte del país, lo que equivale a aproximadamente 7 mil 468 pesos mensuales.
Esta cantidad está muy por debajo de lo necesario para adquirir la canasta básica, que, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), tenía un costo promedio de 4 mil 38 pesos por persona al mes en áreas urbanas en enero de 2024. Para una familia de cuatro integrantes, esto significaría un gasto mensual de más de 16 mil pesos solo en alimentos y productos básicos.
Frente a ello, el Movimiento Antorchista propone un nuevo proyecto de nación basado en cuatro ejes fundamentales: empleo para todos, asegurando que todas las personas en edad activa y condiciones para trabajar tengan un empleo; salarios dignos, promoviendo un aumento general en los salarios; reorientación del gasto social, invirtiendo más en infraestructura y servicios básicos; política fiscal progresiva, donde quien gane más pague más impuestos.
Los trabajadores mexicanos deben tomar conciencia de su situación y unirse en la lucha por sus derechos mediante la organización colectiva, ya sea a través de sindicatos independientes, movimientos sociales o asociaciones de trabajadores, lo cual es fundamental para contrarrestar el poder de las grandes empresas y exigir cambios en las políticas laborales y económicas del país.
En contraparte, se puede observar a los líderes sindicales que encabezan las diferentes organizaciones supuestamente creadas para salir en defensa de la clase obrera mexicana, con un ritmo de vida lujoso que difícilmente podrían tener o llegar a tener los trabajadores.
Porque mientras ellos gozan de riquezas desmedidas, la clase obrera se encuentra inmersa en la pobreza, con sindicatos que parecen proteger más a los patrones que a los trabajadores, y mientras ello persista, la clase obrera mexicana continuará viviendo sin sal para el aguacate, es más, sin sal y sin aguacate.
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