Hasta dejar la salea en la alambrada, pero jamás salir de Antorcha: así decía Humberto Gutiérrez Corona, mejor conocido como el “Profe”, a los campesinos del ejido La Concordia de Armadillo de los Infante, en referencia a que los antorchistas —los que hemos abrazado de corazón y de conciencia los ideales y acciones de la organización social de masas más importante del país—, si es necesario, debemos desprendernos de nuestros intereses particulares y mezquinos para encauzar la lucha por los desposeídos de nuestro país, por una patria más justa y de bienestar para todos.
Para nuestros compañeros caídos, gloria eterna por su fidelidad y sacrificio en la lucha por una patria más digna y más justa para todos.
Y se refería también a que, de ser necesario, los verdaderos luchadores sociales podrían arriesgar la vida por esa causa. Hasta dejar la salea en la alambrada.
Más de 30 años estuvo luchando al frente de su querida organización; participó con mucho entusiasmo en la creación y lucha por las instalaciones de la Casa de Estudiantes José Martí, así como del Instituto Ponciano Arriaga, donde trabajó como maestro en los primeros años de funcionamiento. Encabezó a los productores de molcajetes de La Concordia, del municipio de Armadillo, para comercializar sus productos.
Jorge Obispo, joven campesino originario de Tamazunchale, honrado y trabajador, buen estudiante y disciplinado, quien debido a sus cualidades fue comisionado a la tarea de acompañar a nuestro dirigente nacional, el ingeniero Aquiles Córdova Morán, aceptó con gusto y responsabilidad esa tarea. Sin embargo, fue asesinado en un intento de robo a la casa de nuestro dirigente. Le arrebataron sus sueños, su deseo de luchar por su gente.
La pandemia de covid-19 también nos arrebató a destacados luchadores sociales, como a nuestra querida maestra Juana Francisca Hernández, que en sus últimos días apoyó un plantón que mantuvimos varias semanas frente a Palacio de Gobierno, exigiendo al gobierno potosino atención a las demandas de los habitantes de comunidades y colonias marginadas de nuestro estado.
Nos motivó a seguir luchando, pese a las inclemencias del frío invernal, con la declamación de bellas poesías. También esta terrible enfermedad se llevó al presidente municipal antorchista de Santo Domingo, don Rubén Díaz Espinoza, un campesino valiente, honesto y siempre servidor de los santodominguenses más pobres.
Los antorchistas potosinos también recordamos a nuestro compañero Anastasio Lara Rodríguez, joven de origen muy humilde que estudió su carrera de licenciado en Derecho. Desde muy temprana edad decidió sumarse a la lucha por los más necesitados y, junto con los campesinos, luchó desde diferentes trincheras para llevar obras y servicios. Igualmente recordamos a nuestra compañera María Teresa Saavedra Avilés, activista del municipio de Guadalcázar, quien a pesar de sus múltiples enfermedades recorría gran parte de la zona serrana y desértica de este para organizar y educar a las familias más pobres entre las pobres de San Luis Potosí, para luchar por mejorar sus condiciones de vida. Trabajó y visitó esos lugares tan marginados y abandonados hasta el último día de su existencia.
Para nuestros compañeros caídos, gloria eterna por su fidelidad y sacrificio en la lucha por una patria más digna y más justa para todos.
Y este 6 de junio, fecha en que el antorchismo nacional recuerda a nuestros compañeros caídos de todo el país con un evento político-cultural en Tecomatlán, Puebla, los recordamos refrendando nuestro compromiso de mantener en alto la bandera por la causa que ustedes lucharon y murieron.
¡Compañero caído, en Antorcha sigues vivo!
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