El aguacate cae hasta 30 pesos por kilo mientras productores siguen pagando cobro de piso y enfrentan competencia desleal del exterior
Aguascalientes, Ags. La caída histórica en el precio del aguacate —que hoy se vende en alrededor de 30 pesos por kilo al mayoreo— no solo refleja un problema de mercado: es el síntoma más evidente del abandono y la incapacidad del Gobierno Federal para atender la crisis estructural que vive el campo mexicano. Los agricultores están atrapados entre la extorsión criminal, la competencia desleal del exterior y decisiones políticas equivocadas que han dejado a miles de familias en la ruina.
Durante semanas, el aguacate llegó a comercializarse entre 80 y 100 pesos por kilo, pero su desplome actual no representa ningún beneficio para los productores. Por el contrario: los campesinos reciben pagos miserables por su cosecha mientras siguen obligados a cubrir cobros de piso impuestos por grupos delictivos, principalmente en Michoacán y Jalisco, entidades donde el gobierno ha sido incapaz de recuperar la seguridad ni garantizar condiciones mínimas para la producción agrícola.
“El aguacate se paga baratísimo al productor, pero los grupos delictivos siguen presentes en la actividad agrícola”, señaló Sebastián Mauricio, recalcando que este costo invisible es uno de los principales factores que encarecen la comercialización primaria y asfixian la rentabilidad del sector.

A esta presión criminal se suma la disminución en las exportaciones hacia Estados Unidos, consecuencia de tensiones políticas, restricciones comerciales y decisiones que el gobierno mexicano no ha sabido enfrentar ni negociar en defensa de su propia producción. El impacto se replica también en el limón y otras frutas, que antes dependían del mercado internacional para sostener precios dignos.
Los productores mexicanos venden su mercancía por debajo de los costos reales de producción, al tiempo que el gobierno permanece pasivo ante el desplazamiento de cultivos nacionales por importaciones baratas.
La crisis se agravó recientemente con los bloqueos carreteros en Jalisco y Guanajuato, donde cientos de camiones quedaron detenidos y toneladas de fruta se echaron a perder, afectando temporalmente el abasto en el Centro Comercial Agropecuario de Aguascalientes. Aunque la distribución se normalizó, estas protestas podrían repetirse si las autoridades federales no cumplen los compromisos que prometieron a los agricultores inconformes.

Una tormenta perfecta creada por la indiferencia gubernamental. Para los productores, el escenario actual —precios desplomados, extorsión criminal, competencia internacional desleal y ausencia de apoyo institucional— constituye una tormenta perfecta que amenaza la estabilidad económica del campo mexicano. Lo más grave es que se ha llegado a este punto no por falta de diagnósticos, sino por la negligencia y desinterés del Gobierno Federal.
El problema es estructural y requiere organización popular. El Movimiento Antorchista ha señalado de manera reiterada que la crisis del campo no es una casualidad ni un fenómeno aislado, sino el resultado de un modelo económico que ha condenado al productor mexicano al abandono. La ausencia de seguridad, la falta de subsidios reales, la competencia desigual con potencias extranjeras y el desmantelamiento de los programas de apoyo al campo forman parte de una política que favorece a los grandes intermediarios y castiga al pequeño agricultor.
Para Antorcha, el Gobierno Federal ha renunciado a su responsabilidad histórica de proteger al campo, entregándolo a las manos del mercado y del crimen organizado. Por ello, el movimiento sostiene que la única salida verdadera es la organización del pueblo trabajador y de los productores, con el fin de luchar por un modelo económico distinto, capaz de garantizar precios justos, seguridad, créditos baratos y una política comercial que defienda el producto mexicano frente a la competencia extranjera.
“Mientras el pueblo no se organice y exija un cambio profundo en la manera en que se gobierna este país, el campo seguirá hundiéndose. El problema no es el aguacate: es el sistema”. Con esta postura, el Movimiento Antorchista llama a los productores agrícolas a fortalecer su unidad y a exigir que el gobierno deje de administrar la crisis y comience a resolverla.
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