MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

V aniversario luctuoso de Cristóbal Pilar Reyes

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Aprovecho este espacio y la paciencia de mis posibles lectores para recordar a nuestros caídos, a nuestros muertos, esto, con motivo del quinto aniversario luctuoso de nuestro entrañable compañero Cristóbal Pilar Reyes, a quien todos los antorchistas del país recordamos con cariño y respeto, como se recuerda a todos aquellos hombres buenos que en vida trabajaron hasta el último suspiro por el bienestar de los que menos tienen. ¡Como se recuerda a los imprescindibles!

Cristóbal, Cris, como sus compañeros lo llamábamos con cariño, falleció el 30 de julio de 2020 a sus 49 años de edad. No fue víctima de una enfermedad común y corriente o de un accidente; fue víctima, como miles de mexicanos, de un sistema injusto y de una clase gobernante que privilegió y sigue privilegiando sus intereses políticos y electorales antes que vigilar y guardar la salud, la seguridad y la economía del pueblo trabajador.

Nuestro camarada entregó su vida a la causa más justa y sensible a la que pueden aspirar hombres y mujeres comprometidos con su clase social; luchó por el bien común hasta el último momento de su vida.

Miles de personas entre 2020 y 2021 murieron a causa de la pandemia generada por el virus SARS-CoV-2, mejor conocido como Covid-19. Aun recordamos con odio y frustración que el gobierno federal, lejos de realmente enfrentar el problema como verdaderos profesionales, sólo pidió paciencia y que con “estampitas” o “caldo de pavo” nos íbamos a salvar. Esto trajo como consecuencia que la inmensa mayoría de los mexicanos perdiéramos, al menos, a un ser querido por culpa de esta mala política gubernamental.

Por eso digo que la muerte de Cristóbal Pilar no fue algo común, sino, hasta cierto punto, una incompetencia e irresponsabilidad de las autoridades políticas y sanitarias que demostraron su desinterés, incapacidad y falta de profesionalismo ante la pandemia.

A cinco años de esta lamentable pérdida, nos sigue doliendo por la forma del suceso y porque a nadie le gusta perder a un ser querido. Cristóbal no tenía ningún vínculo consanguíneo con muchos de nosotros, pero nos hermanaban nuestros ideales, el trabajo y la lucha por un mundo mejor. ¡Éramos hermanos de clase! ¡Camaradas!

Cristóbal, desde muy joven, se unió a las filas de la organización en su estado natal, Michoacán. Sin embargo, más tarde, ya en la edad adulta, por las circunstancias y la necesidad del trabajo, el sector financiero lo requirió en el sureste del país, primero en Campeche y después en Quintana Roo, donde lo sorprendió la muerte.

Nuestro camarada, como muchos más que lamentablemente ya no están físicamente con nosotros, entregó su vida a la causa más justa y sensible a la que pueden aspirar hombres y mujeres comprometidos con su clase social. Él luchó por el bien común, y lo hizo hasta el último momento de su vida, sin descanso ni vacilaciones.

Cristóbal Pilar Reyes, aunque no está físicamente con nosotros, ¡sigue vivo! Entre nosotros, sus compañeros, entre sus hermanos de clase.

Lo recordamos como lo que fue: un hombre que se abnegó y selló su pacto con Antorcha con su muerte. Mientras haya un antorchista vivo, Cristóbal seguirá entre nosotros, porque sólo muere el que se olvida, al que ya no se le recuerda.

Los antorchistas tenemos memoria y honramos el legado y la memoria de nuestros muertos, porque ellos son nuestra inspiración, nuestro impulso para seguir avanzando por este difícil y sinuoso, pero necesario, camino de esfuerzo y de lucha.

Los antorchistas quintanarroenses nos estamos preparando para que el próximo 7 de septiembre realicemos un gran banquete cultural con nuestras joyas culturales, con nuestros Grupos Culturales Nacionales en el teatro Constituyentes del 74 de la ciudad de Chetumal, donde recordaremos a nuestro entrañable compañero Cristóbal Pilar, también a Bertha Portilla y Virginia Esteban, ambas compañeras antorchistas hasta el último día de sus vidas y que fallecieron recientemente. Ellos hoy son considerados nuestros mártires antorchistas en Quintana Roo. ¡Salud, camaradas!

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