Y sucedió lo inevitable, lo que nadie quería: las Espartaqueadas Culturales del Movimiento Antorchista Nacional concluyeron de acuerdo con lo planeado. Del sábado 5 al domingo 13 de abril, en el hermoso Tecomatlán, también conocido como “Atenas de la Mixteca”, se llevaron a cabo las competencias culturales más importantes de nuestro muy sufrido México. Competencias en las que participa el pueblo noble, sencillo, humilde, trabajador y profundamente conocedor del arte y la cultura en distintas expresiones: canto en sus distintas modalidades como solista, dueto, coro y rondalla; oratoria; poesía en sus modalidades individual y coral; danza folclórica y baile regional.
No es una exageración decir que las Espartaqueadas Culturales del Movimiento Antorchista están al mismo nivel que el Festival Cervantino de Guanajuato y que la Guelaguetza de Oaxaca.
Todas estas disciplinas contaron con participantes de distintas categorías, agrupadas con base en la edad de los concursantes: Infantil A, de kínder a tercero de primaria o hasta los ocho años; Infantil B, de nueve a doce años; Juvenil A, de trece a quince; Juvenil B, de dieciséis a diecinueve; Libre estudiantil, de veinte años en adelante, donde se incluyen a los maestros; Libre campesino, obrero y popular, donde solo los colonos, obreros y campesinos mayores de cuarenta años pueden participar; y la categoría Semiprofesional, integrada por los grupos estatales de Antorcha de baile y danza.
Me detengo un momento a comentar por qué al inicio escribo “Y sucedió lo inevitable, lo que nadie quería”. ¿Quién en su sano juicio va a querer que termine la muestra más grande de cultura organizada por el pueblo, para el pueblo e interpretada por el mismo pueblo? La respuesta es obvia: solo los aburridos e ignorantes. El domingo 13 se cerró el telón después de un festín cultural interpretado por los más destacados primeros lugares en las distintas categorías ya mencionadas.
No es una exageración decir que las Espartaqueadas Culturales del Movimiento Antorchista están al mismo nivel que el Festival Cervantino de Guanajuato y que la Guelaguetza de Oaxaca. En ese nivel de calidad. Y además añado que ningún partido político, organización ni gobierno, ya sea local, municipal, estatal o federal, realiza el esfuerzo por promover la cultura, ni participa ni la difunde como sí lo hace Antorcha desde hace cincuenta años.
Se dice fácil, pero el trabajo de educar a un pueblo absorbido por los medios de comunicación y enajenado por el canal de las estrellas, con su Rosa de Guadalupe y sus eternas comedias donde la niña pobre y abandonada que vive su niñez en un basurero resulta ser la dueña de una gran mansión y una enorme fortuna, o bien donde todas las mañanas transmiten la insufrible “mañanera” en la que se disfraza la verdad y se culpa de todas las desgracias a los que ya se fueron hace años, es una verdadera batalla. Y así se salen por la tangente con su consabido “¿Y cuánto gana fulanito?”, pero de cultura no se habla ni se promociona.
La estrategia del gobierno para mantenernos cautivos es clara: hay que mantener al pueblo ignorante, sin conocer sus verdaderas raíces, sin saber de dónde viene, y así ignorará hacia dónde ir, lo que permite que el voraz capitalismo nos devore sin resistencia y sin que nos demos cuenta.
La cultura es identidad, y como dijo el secretario general del Movimiento Antorchista, nuestro muy querido maestro Aquiles Córdova Morán, durante la clausura de las XXI Espartaqueadas Culturales Nacionales 2025: “La cultura es un arma más poderosa que los mismos misiles. Antorcha no solo hace cultura por el placer visual, también lo hace para darle la pelea a los que se quieren apoderar del mundo. Necesitamos una cultura guerrera, de defensa del pueblo, que busca ir a las raíces del pueblo trabajador y que los una para dar la lucha” sic.
Y eso fue justamente lo que vimos: niños humildes, jóvenes sencillos, estudiantes anhelosos, maestros inspiradores, colonos, obreros y campesinos con las manos callosas y la faz curtida por la brega del surco. Todos ellos encabezados por sus dirigentes estatales y sus responsables de cultura, así como por los distintos maestros de las disciplinas en las que participaron.
Los maestros, sin duda alguna, son empáticos, motivadores y están comprometidos con el desarrollo cultural de sus alumnos. Los mismos que los acompañaron para pedir permiso a padres y directores para que pudieran participar en este evento. Un evento al que, para poder asistir, se hizo de todo: rifas, colectas, ventas de antojitos, kermeses, préstamos, solicitudes a los distintos órdenes de gobierno, etcétera. Todo lo que fuera necesario para asistir a nuestro máximo evento cultural nacional, que por cierto fue un rotundo éxito.
Cuánto trabajo costó elegir a los ganadores, siendo que todos ellos ya lo eran en sus respectivos estatales.
Nos veremos dentro de dos años. Ahí, en nuestro Tecomatlán, nos volveremos a reunir, volveremos a escuchar a nuestro maestro y guía, y seguiremos haciendo patria enseñando y motivando al hombre, desde la infancia hasta la vejez, que la cultura es nuestra, es milenaria y que es nuestra arma de lucha libertaria. Mientras llega ese momento, nos prepararemos para dicho evento. Hasta entonces.
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