Este viernes 9 de mayo se cumplen los 80 años de la victoria que los verdaderos héroes obtuvieron sobre el nazismo, y que con ella libraron a la humanidad entera de los horrores de la instauración del despiadado capitalismo monopolista, hegemónico, supremacista y unipolar, que siempre soñaron los poderosos de la tierra para hacer con el planeta lo que les viniera en gana sin que nadie pudiera oponer eficaz resistencia a la irracional explotación de materias primas, mano de obra barata y mercados para su gigantesca producción. Aun a costa del agotamiento completo de recursos y especies en aras de la máxima ganancia que con su acumulación da vida al capital.
El 9 de mayo, día en que los valientes soldados rojos de la URSS derrotaron al nazismo, es una fecha crucial para recordar cómo la humanidad fue librada de los horrores del imperialismo hegemónico y supremacista.
Ya desde entonces soñaban con imponerse sobre todo el mundo mediante la Alemania fascista de Hitler, a la cual, para fortuna de todo el género humano, le partieron la columna vertebral los valientes hijos de la noble y solidaria Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en 1945, a costa de más de 25 millones de vidas e innumerables sufrimientos y sacrificios de su heroico pueblo soviético.
Desde mi punto de vista, es para los mexicanos pobres muy necesario no sólo saberlo, sino también reconocerlo, hacer suya esta verdad y defenderla contra quien sea, por varias razones de peso:
Primero, porque sin conocer la verdad, sin reflejar en la mente la realidad tal cual es, es imposible modificarla, por más que otros razonamientos sean correctos desde el punto de vista lógico. Ya desde la antigüedad se llamaban sofismas a los razonamientos que, siendo impecablemente elaborados pero partiendo de premisas falsas, arrojaban por consecuencia también conclusiones falsas, conduciendo su aplicación a resultados estériles.
Segundo: Porque ante la razón, ante la verdad, todo mundo está obligado a rendirse. Que no se haga así por cuestiones de fuerza o vanidad, es otra cosa, pero de que es obligación elemental para todo el mundo, lo es.
Tercero: No reconocer y hacer suya esta verdad, deriva en consecuencias graves y dolorosas para las masas trabajadoras, pues, parafraseando a quien dijo que la guerra sólo es la política por otros medios, en realidad la política y la guerra no son más que la economía por otros medios. Y no entenderlo así nos imposibilita para conocer las causas profundas de los conflictos locales, nacionales, regionales o mundiales, pues todos tienen por telón de fondo las cuestiones de orden económico, que, en última instancia, son la expresión de la lucha por ver quién se queda con la plusvalía producida mediante el trabajo: los trabajadores que la producen o los patrones “compradores” de los medios con que se produce y de la fuerza de trabajo (que al fin y al cabo no son más que fuerzas productivas sociales; pertenecientes a toda la sociedad como tal).
Cuarto: Los afanes de dominio absoluto del mundo, desgraciadamente no acabaron con la Alemania nazi, y ahí están a la vista de todos las calamidades resultantes del imperialismo hegemónico actual que, a partir de 1990, ha cometido, y sigue cometiendo, todo tipo de atropellos en contra de los pueblos débiles a los que sometió por vía económica con la globalización y el neoliberalismo, o a cañonazo limpio, destruyendo todo, incluidas antiguas civilizaciones como la mesopotámica, por apropiarse del petróleo.
Y tuvo que llenar para eso, literalmente, la mente de los pobladores del mundo de mentiras y basura mediática como la de que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva y era enemigo de la humanidad. Sólo por dar un botón de muestra de la larga lista de crímenes en el pasado contra el mundo y los derechos humanos, (hoy tenemos el ejemplo vivo en Gaza y Yemen).
Quinto: América Latina, y en especial México, necesita para desarrollarse dejar de ser un país manufacturero y productor de materias primas que surte a los poderosos de hoy de mano de obra barata para que ellos se sigan haciendo ricos, con poco o nada de valor agregado a las mercancías que sólo ensamblamos pero no producimos, y convertirse en una economía desarrollada científica y tecnológicamente capaz, que esté en condiciones de competir al tú por tú para conquistar el espacio vital que necesita. Y para eso se requiere de un nuevo orden mundial que sea multipolar, más justo y equitativo, de colaboración y apoyo entre las naciones del mundo, sin sometimiento ni sojuzgamientos de ningún tipo, que permita el libre desarrollo de las capacidades de cada economía nacional, como el que proponen los países encabezados por Rusia y China.
Sexto: La teoría del destino manifiesto que interpretan como la “responsabilidad” de “liderar” al mundo según sus intereses, otorgada por quién sabe quién, tan a flor de labios del imperialismo norteamericano, se finca en gran medida sobre la mentira de que ellos fueron el factor decisivo para el triunfo de los aliados en la segunda guerra mundial con su desembarco en Normandía, el mentado “día D”, el cual, en realidad, se llevó a cabo ante su necesidad de evitar la expansión del socialismo del cual buscaban su total aniquilamiento, cuando las hordas hitlerianas se batían en retirada con la cola entre las patas y el ejército soviético avanzaba sobre Europa oriental expulsando a los asesinos nazis y liberando a los países que, unánimemente, se adherían gustosos al gobierno de los trabajadores, representado por los hijos del país de los soviets.
Séptimo: Olvidarlo o negarlo, además de deshonesto, sería una muestra de malagradecimiento con los salvadores de la humanidad, ajeno totalmente a la noble alma de los trabajadores del mundo, y dar cabida a la vieja consigna imperialista, lanzada ya por los nazis, de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.
Octavo: Equivaldría a validar y dar por bueno eso de que de nada sirve luchar, que los pobres no tienen oportunidad de dejar de ser pobres, y que tienen que someterse dócilmente al yugo de los explotadores porque aquellos tienen armas y dinero y porque son de una raza superior a la que los demás sólo nos toca servirles de carne de fábrica, de urna o de cañón.
Noveno: Negarlo sería negar la certeza científica y la fe en una sociedad mejor, sin oprimidos ni opresores, donde el hombre trabaje y viva sin llorar, en la que el hombre sea hermano del hombre. Sería pues, negar el progreso y la evolución, y condenar de antemano con nuestra actitud indolente e indiferente a las futuras generaciones a ser esclavos por convicción de modernos esclavistas sátrapas y reyezuelos.
Por último, debemos saber que el día de la victoria es el 9 de mayo porque es la fecha de la capitulación de los nazis ante sus verdaderos vencedores: los heroicos soldados rojos de la URSS, ateniéndonos a la vieja sentencia: La verdad es siempre revolucionaria.
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